15 de julio de 2013

¡SALUDANDO DE JULIO EL GRAN DÍA!





¡La aurora de este glorioso día será saludada con descaradas de artillería, repique de campanas, dianas por las bandas populares, sirenas de todas las fabricas a vapor y de las usinas eléctricas, así como de las locomotoras de ferrocarriles”!


Así comenzaba el programa de festejos del 16 de Julio en esta “Oh Linda La Paz” de antaño, cuando evidentemente Vivian en nuestra ciudad verdaderos paceños de corazón que amaban esta hermosa hoyada, la cuidaban y sabia conmemorar sus glorias, lamentablemente en nuestros días solo nos acompañan los recuerdos, los paceños de tradición que aún quedan se acordaran con nostalgia como era en aquellos tiempos, como se festejaba el gran día del 16 de Julio, como se bailaba con amor por esta noble tierra que nos vio nacer.


En efecto los actos conmemorativos comenzaban el día 15 y por ordenanza municipal, duraban hasta el 17, declarándose feriados y días de regocijo popular, asimismo sus noches: “Buenas Noches Paceñas”.

La víspera del gran día el 15 de Julio, toda la Alameda se iluminaba profusamente con centenares de farolitos de todo color y banderitas tricolores. Las casas de todo el vecindario, en singular concurso convocado por la Municipalidad con premios especiales, eran engalanadas y adornadas en sus fachadas y balcones con banderas, gallardetes y guirnaldas. El espectáculo que ofrecían los farolitos iluminados “a giorno” durante horas era digno de verse.

A las seis de la tarde comenzaba la “Romería al Alto de Potosí”, donde había estado expuesta la cabeza decapitada del protomártir, después de las ejecuciones del 19 de Enero de 1810.

Todo el pueblo, niños jóvenes y ancianos subían con miles de teas encendidas, para desde allí dar comienzo al desfile ecuestre que bajaba desde El Alto a la ciudad como una serpiente de luces que cadenciosamente descendía hasta la Garita de Lima, donde tanto allí como en “Calancha”, hoy avenida de las Américas esperaban en formación los colegios y escuelas municipales, los gremios artesanos y obreros, clubes sociales, instituciones cívicas portando teas y farolitos. Bandas de música presentes para hacer el recorrido del desfile por las calles Evaristo Valle, comercio, Plaza Murillo, Ayacucho, Mercado y 16 de Julio, hasta llegar a la Alameda en medio de vítores a la patria y a nuestra hermosa ciudad.

Las numerosas bandas y estudiantinas se ubicaban en diferentes sitios del Prado, para dar comienzo a la retreta general tocando himnos, valses, huayños, pasacalles y cuecas al estruendo de camaretas, cohetillos y fuegos artificiales.

Seguía después del desfile la gran fiesta popular con verbenas en los mercados de San Agustín, San Francisco y Churubamba, donde se bailaba al calor de los tradicionales “te con tés” ponches de guinda y de los humeantes sucumbes hasta el amanecer del grandioso día.

“La aurora del 16 de Julio era saludada por una salva de 21 cañonazos que desde la colina de “Killi Killi” hacían retumbar la ciudad, anunciando una vez más la libertad proclamada por Don Pedro Domingo Murillo, acompañaban los estruendo el repique de todas las campanas de los templos, las sirenas de las fábricas y las dianas de las bandas populares y del ejército que recorrían las plazas y calles de la ciudad al son de marchas triunfales”.

A la diez de la mañana se rezaba la solemne misa de Acción de Gracias en el templo de Santa Teresa, pontificado por el ilustrísimo Obispo Monseñor Juan de Dios bosque. A las once salía de este templo la histórica procesión de la Virgen del Carmen, con asistencia de las autoridades y cofradías religiosas, tradición que aún perdura.

El acontecimiento más grande y significativo de estas fiestas julianas era sin duda la “Procesión Cívico Patriota”, así se llamaba en esos tiempos el desfile.

A las tres de la tarde el estampido de un cañonazo resonaba en todo el ámbito de la ciudad y esto daba inicio a la gran procesión cívica que partía desde el Prado y seguía por la calle Loayza, Mercado, San Francisco, Lanza, Comercio, terminando en la Plaza Murillo.

Todos los balcones de las casas por donde hacia el recorrido el desfile, se hallaban engalanados con banderines, ramos de flores, guirnaldas y gallardetes. Las señoras y señoritas de nuestra sociedad habían sido gentilmente invitadas por el municipio para “presenciar y compartir en esa elegante demostración patriótica”.

Extractamos de la prensa de entonces la siguiente nota:

“La Comisión Municipal insinúa a los propietarios de las casas situadas en las calles por donde recorrerá la Procesión, inviten a sus relaciones y amistades para que concurran a sus balcones a fin de arrojar flores sobre el “Carro Triunfal” que conducirá el busto de Murillo y además tengan la galantería de facilitar la ocupación de sus ventanas al bello sexo a este acto tan significativo, empleando los medios de atención y agasajo que le inspiren su delicadeza y cultura”.

Pensaran amigos lectores que este es un cuento de hadas, que lo que aquí relato sucedió en un país de maravillas y de ensueños, pero no….así era la vida en aquellas bellas y añoradas épocas, ¡cómo han cambiado las cosas! ¿Qué será del patriotismo: Algo de locos”? ¿Algo que practican solo los salvajes de otros países?

A estas solemnes procesiones, cívicas concurría toda la sociedad paceña, clubes sociales, instituciones, colegios, la curia eclesiástica en pleno, el Colegio de Abogados, los empleados públicos, los gremios de artesanos, las colonias extranjeras, los bomberos y el pueblo en general.


Las asociaciones que participaban en el desfile se daban el lujo de nombrar madrinas a distinguidas y conocidas damas y señoritas del mundo social, quienes se lucían en el obsequio de guirnaldas de flores artificiales importadas de Europa. Las madrinas esperaban en sus ventanas el paso de los portaestandartes y al acercarse ellos al pie de los balcones, deslizaban desde arriba el gallardete engarzándolo en el asta del estandarte, en medio del entusiasmo, aplausos y vitores de los circundantes.

En cada esquina del trayecto se pronunciaban vibrantes alocuciones y discursos, se leían poemas y versos por quienes de antemano lo habían solicitado en rol especial.

Durante todo el trayecto del desfile desde los balcones caían lluvias de flores y mixturas sobre los participantes. Las damas reunidas en las ventanas, elegantemente ataviadas, veían como los caballeros que desfilaban agradecían levantando elegantemente sus tarros y pajizos y saludaban ceremoniosamente.

El “Carro Triunfal” con el busto de Murillo era conducido por cuatro caballos albos encabezados por penachos blancos, llevados de las riendas por pajes elegantemente vestidos. Del carro se desprendían cintas tricolores que portaban quienes habían sido distinguidos por el Municipio con ese gran honor.

El programa de festejos del 16 de Julio era amplio y consistía principalmente de veladas artísticas, encuentros deportivos, bailes, fiestas de disfraces y máscaras en el Teatro Municipal y Club de La Paz, funciones de óperas y zarzuelas, carreras de caballos criollos con jinetes de raza indígena en los campos de Calacoto, paseos a la villa de Obrajes, concursos de sortijas novilladas en la Plaza de toros del Redondel de Santa Bárbara, paseos en la Alameda desde los Portales hasta los Kioscos del Ovalo.

De grande y trascendental significación fueron las hermosas fiestas conmemorativas del primer grito libertario americano del 16 de Julio de 1809, magna fecha que nos recuerda que fue La Paz la primera que encendió la tea de la libertad que hoy irradia a todo el continente.

Dentro de todas las celebraciones que se llevaron a cabo durante todo el “mes glorioso de julio”, una de las más grandes e importantes por su apoteosis y porque revistió el mayor brillo y elegancia fue el tradicional gran baile que cada año se realizaba en los salones del “Club de La Paz”, el cual fue organizado por la famosa “Sociedad Filarmónica Paceña” conformada por un grupo de jóvenes brillantes e inquietos, intelectuales y artistas de nuestra ciudad.

Digno de recordación es aquel que esa institución preparo para el 15 de Julio de 1888 a él nos referimos en esta oportunidad:

Desde las primeras horas de la noche se podía ver el recinto del antiguo Club de La Paz, situado en esa época en el lugar donde actualmente está la Cancillería en la Plaza Murillo, profusamente iluminado y decorado, con hermosas coronas de flores, cuadros, banderas y un sinnúmero de ramilletes que hacían de aquellos salones una estancia elegante y de buen gusto.

Desde muy temprano la Comisión del Ornato de ese año integrada por los señores David Ascarrunz, Belisario Vidal y Manuel García Pacheco, dio prueba de su actividad y sentimiento artístico, preparando el sitio en el que más debía reinar la alegría y la cordialidad.

Hacia las nueve de la noche, todas las calles de la ciudad se veían atestadas de “carruajes” yendo y viniendo de los barrios residenciales de aquella época en dirección al Club de La Paz donde se había reunido lo más electo y notable de la sociedad paceña.

Previamente una “Comisión de Recepción” había sido designada entre los más destacados caballeros de aquella asociación; ese año fueron elegidos los distinguidos señores Víctor Ballivian, Belisario Sáenz, Manuel Pacheco, Carlos Ballivian, José Vidal, Carlos Pinedo, Francisco Arce, Benedicto Goitia y Calos Alberto Núñez del Prado. Todos ellos desempeñaron su cometido con exquisita amabilidad, dando la bienvenida a cada uno de los invitados con finura y buen tono. De entrada la fiesta prometía magnifica solemnidad y alegría.

A las diez de la noche se inauguró la “Tertulia” con la “Primera Cuadrilla”, bailada con designación previa de parejas. A la cabecera siempre el Excelentísimo Señor Presidente de la Republica acompañado de la Primera Dama de la Nación, seguida la línea por los Ministros Plenipotenciarios de diferentes delegaciones diplomáticas acreditadas al país con sus distinguidas esposas. Luego el Señor Prefecto del Departamento y señora, el Presidente de la Sociedad Filarmonía Paceña Don Adolfo Ballivian y señora y demás parejas formadas por respetables caballeros de la localidad pertenecientes a dicha sociedad como don Federico Granier, D. Serapio Reyes Ortiz, D Manuel Vea Murguía, Ventura Farfán, D. Bautista Saavedra, D. Heriberto Gutiérrez y muchos más todos ellos con sus esposas.

La orquesta en la oportunidad fue dirigida por D. Salomón Porcel, la misma que interpreto durante toda la noche entusiastas cuadrillas, arrebatadores valses, dignísimos lanceros y alegres polkas y mazurcas alternando también con valses paceños de mucha moda entonces, como “Brisas del Illimani” y “Crisantemos”, piezas musicales que tenían un especial compas al estilo de los valses peruanos, bailes estos que llegaron a estar tan en boga y que por ser “paceños” les dieron el apelativo de “Valses de Chokata”.

Durante el descanso entre baile y baile, circulaban por todo el salón sendas charolas de plata llenas de copas de espumante champagne bien “frappe” al mismo tiempo que los invitados se deleitaban con un gran surtido de delicados y bien decorados “hors d’ouevres” preparados por la estilista francesa “Madame Lilieutant”.

Pasadas las cuadrillas oficiales, la orquesta preludio el precioso vals “Danubio Azul” de Strauss el mismo que como fluido eléctrico vino a animar con sus acordes la fisonomía de la juventud de ambos sexos. A partir de ese momento se empezó a vislumbrar las gratas finalidades que ofrecía la fiesta.

Difícil, sino imposible, sería hacer la pintura exacta del hermoso y arrogante aspecto de aquella inolvidable noche…belleza, alegría, elegancia, lujo y cordialidad reinaron en aquella oportunidad, digna celebración magnifica de tan glorioso día en que festejamos nuestra independencia del yugo español; parecía como si todos los corazones paceños se unieran para entonar el himno a la libertad en el altar de la patria boliviana erigido en 1809 y consagrado en 1825.

Los comedores, servidos con toda escrupulosidad por el Señor Cabanas, no dejaban nada que desear; los menús abundantes y variados satisficieron el gusto de los más exigentes gastrónomos; todo el banquete fue rociado con finos vino y licores franceses.

Según el Periódico “El comercio” de La Paz:

“Las encantadoras hijas del Illimani se presentaron hermosas como nunca, a gozar de esa noche feliz en que parecían un enjambre de mariposas que cernían sus alas al compás armonioso de la música. El bello sexo paceño escogió, por así decirlo, a sus más bellas representantes para enviarlas a ese baile. Allí estaban presentes las más distinguidas damas representantes de la sociedad paceña, las señoritas Sánchez Bustamante, Salmon, Carrasco Sánchez, Careaga Zalles, García Iturralde, Valle Ballivian, Reyes Ortiz, Diez de Medina, Méndez Ibarguen, Lorini Carrasco, Sáenz García, Velasco Sánchez, San Martin, Costas, Villamil, Vidaurre y otras más”.

Crónicas Sociales de la época señalaron como las más bellas de esa noche a las señoritas hijas de las familias: Forgues, Ackerman, Machicado, Aramayo, Sáenz, Gallardo, Crespo, Careaga, Tapia, Pero, Catacora y García. Las hermanas Santa Cruz igualmente son mencionadas como las más graciosas, las jóvenes: Mendez, Castillo, Telleria, Nava, las hermanas Vea Murguía, Eduardo Richter, Tamayo, Mendoza, Belzu, Belmonte, Pérez Velasco; fueron halagadas por su donaire al bailar. Las damitas: Cusikanqui, Balanza, Salmon, Goitia, Meave, Sagarnaga, Riveros, Carrasco. En tanto que se lucieron las más alegres las señoritas: Saavedra, Alcázar, Asturizaga, Núñez del Prado, Telleria, Flores, Céspedes y Bedregal.

Por ultimo señalan que las más elegantes de la noche fueron las jóvenes, Valdivia, Zuazo, Velasco, Palacios, Zalles, Santa Cruz, Villamil, Requena, De La Riva, Cisneros y Farfán.

Basta repasar los periódicos de aquellos tiempos como “El Comercio”, “El Titicaca”, “La Democracia” y “El Imparcial” para darse cuenta de la magnificencia de esa inolvidable jornada y de todas aquellas hermosas fiestas y “soirées” de antaño.

Al día siguiente a las 2 p.m. comenzó la compostura digna de la cultura del pueblo paceño de aquel entonces. En los balcones por donde recorría el cortejo brillaban como flores un espléndido conjunto de bellas hijas del Illimani, arrojando ramilletes de violetas a los simbólicos estandartes de las sociedades que con carácter oficial solemnizaban la fiesta. Era la “elite” paceña saludando el gran día, igualmente se presentaron la sociedad artesanal representada por “Los Obreros de la Cruz”, “Los Obreros del Porvenir”, “Unión Obrera”. Así mismo sociedades católicas de caballeros como la de San Vicente de Paul y la de San José quienes desfilaron elegantemente ataviados, ante el aplauso, japapeos y hurras en medio de una lluvia de flores y mixtura.

Posteriormente un grupo de ciudadanos de lo más distinguidos e ilustrados de nuestra sociedad, a la cabeza de don Benedicto Goitia, Luis Sainz, Heriberto Gutiérrez, Fermín Cusikanqui, Manuel Vea Murguía, Maraco Pinilla, Manuel Vicente Ballivian y otros improvisaron una segunda procesión tan ardientemente patriótica y pletórica de entusiasmo, de la cual dicen que en las dos primeras cuadras que recorrió arrastro un inmenso gentío, el cual enardecido entonaba el himno paceño con frenesí, mostrando la euforia de un pueblo altivo que ama las glorias de su patria y venera la memoria de sus héroes y mártires.

¡Qué nos ha pasado!


Isabel Velasco.

2 comentarios:

  1. Lindos recuerdos, llenos de civismo (algo que debemos recuoerar) y amor a la tierra pero Qué nos ha pasado? ..... hemos crecido,es más hemos evolucionado. La Paz ya no es un pueblo, dejo de serlo hace mucho, es una gran ciudad llena de riqueza, de cultura y llena de gente trabajadora que a pesar de todos sus problemas sigue luchando y cree en su tierra, vive aqui e invierte su vida en ella. Gente de neke porque no cesa de luchar no por su ciudad solamente sino por un pais. VIVA LA PAZ!

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  2. descaradas? o descargas?

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