2 de junio de 2009
TOC..TOC..PLANETA TIERRA..LLAMANDO A SU GENTE!
En la última escena de la película “El Planeta de los Simios” que hizo furor a finales de los 60’s e inicio una era de secuencia en los 70’s. Se ve a un Cap. Taylor, en la vida real Charlton Heston, bajando de su caballo y gritando desesperado: “malditos, asesinos dementes, maniacos, lo hicieron…lo hicieron!!” Qué vió? Pues en medio de muchos escombros los restos de una civilización de miles de años abandonada: la cabeza de la Estatua de la Libertad! Yaciendo en la arena, llena de fierros, en una playa del “supuestamente planeta” al cual él había llegado junto con otros astronautas y se perdió en el tiempo y en el espacio.
Seguramente muchos se acuerdan de esta escalofriante escena, la cual “nos hizo pensar” por unos días, no nos quito el sueño, pero al menos nos dio miedo. Como la vida continua, ya hemos llegado al nuevo milenio y no sabemos, “no nos queremos enterar”, o simplemente no nos importa el hecho de que nuestro planeta está en peligro y cualquier día… zas!!! nos iremos todos por la esquina!
Pensando en todo lo que está ocurriendo en estos días, no puedo dormir al recordar una tarde de sábado en los jardines del colegio donde estudie cuando era una adolescente allí en West Virginia.
Recuerdo muy bien que todo ese tiempo entre Abril de 1961 y Mayo del 62 los americanos estaban aterrados, las noticias indicaban que el intento de invasión a la Bahía de Cochinos había sido un fracaso. Nikita Kruschov como siempre alborotado y desatado, desafiando a las Naciones Unidas con su zapato en la mano y las críticas al presidente John Kennedy quien “según las noticias” había fallado por su juventud e inexperiencia”. Un panorama desolador, sin embargo no para nosotras; que entonces éramos unas chicas que adorábamos a los Beach Boys, Ricky Nelson, Bobby Vinton, Chubby Checker, Neil Sedaka y solo esperábamos ver con ansias en televisión y en color “Bonanza”. Las noticias aunque las teníamos que mirar “obligadamente” nos resbalaban.
En la primavera de 1962, un grupo de estudiantes latinoamericanas, dos de Panamá, dos de Costa Rica, cuatro de Colombia y dos de Bolivia fuimos llamadas por la Directora del Colegio quien ceremoniosamente, como la ocasión ameritaba, nos entrego pasaportes, pasajes de avión, indicando “un ataque nuclear inminente a la ciudad de Pittsburgh en Pennsylvania, la cual había sido uno de los “blancos” de los seis misiles que la Unión Soviética había plantado en Cuba y que se dirigirían inevitable y en cualquier momento al país.
El colegio estaba por carretera a media hora de la ciudad de Pittsburgh, atacadas de “felicidad” puesto que volveríamos a nuestros países adorados, hicimos valijas y estábamos listas para cualquier emergencia.
Era sábado en la tarde y como todos los fines de semana las monjas ofrecían un “field day” para aliviar las tensiones de las internas y una mesa gigante con lunch buffet al puro estilo norteamericano.
Vívidamente recuerdo como estábamos de felices conversando en español, “contra todas las reglas”, imaginándonos el encuentro con nuestras familias, amigos, reíamos y tendidas en la grama, mirando las nubes, no podíamos ser más dichosas. De pronto escuchamos un ruido ensordecedor, era el estallido de cien millones de cañones, la tierra que se estremeció y movió revolcándonos a todas, y en el límpido cielo de aquella tarde un hongo de humo tan grande pero tan grande, que todavía lo puedo ver en cada foto de Hiroshima cuando estallo la bomba nuclear.
No puedo explicar que sentimos allí, fue un caos, corrimos a buscar nuestro equipaje, como en una nube me acuerdo los gritos, el pánico, subiendo y bajando gradas, corriendo en cualquier dirección. Gringas que lloraban hincadas en el suelo, monjas con sus hábitos pasando ante mí como en cámara lenta. Velos negros, confusión y lágrimas. Ante lo inevitable después llego la calma, nos fuimos tranquilizando, los muebles estaban diseminados por el edificio, cuadros y fotos en las paredes torcidos o fuera de lugar, libros en el suelo, valijas por aquí y por allá…lentamente todas nos miramos. Un silencio total.
Por espacio de dos horas, escuchamos y vimos sirenas de policía, ambulancias, padres recogiendo a sus hijas, latinas con sus valijas en la mano mas pasaportes y ticket de avión y por fin llego el “sheriff” para indicar a las monjas que debido al acto criminal de unos desadaptados “hilly billies” había explotado la “histórica” e inmensa fábrica de fuegos artificiales en Bellair, Ohio, justamente al otro lado del rio de la ciudad donde estudiábamos internas!
La habían incendiado a propósito! Había tanta pólvora ahí para la fabricación de cohetillos y camaretas, ya que se acercaba el 4 de Julio, que la tremenda construcción voló en pedazos y la explosión causo que la tierra temblara y el cielo se vuelva gris por varios días. Nunca me podre olvidar del hongo de humo que se formo en el cielo. Ese hecho fue seguramente lo más importante que sucedió en la vida, en la ciudad de Wheeling, West Virginia.
Desde el 26 de Mayo de este año de 2009 Corea del Norte está disparando misiles nucleares a discreción y con “éxito”. El maniaco Presidente de la Comisión Nacional de Defensa de Corea del Norte, Kim Jong-il que ya tiene un pie en la tumba no quiere irse de este mundo solo; sino acompañado de toda la humanidad, rechaza cualquier conversación y cómo anda loco como una cabra no quiere conversar con nadie, menos con Hillary Clinton y vaya con el Presidente Obama…ya veremos.
En el pasado Memorial Day, el presidente de los Estados Unidos, tuvo que dejar el acto conmemorativo a los soldados en el Cementerio de Arlington y dirigiéndose a la comunidad mundial dijo: “los programas de misiles nucleares en Corea del Norte son una gran amenaza para la paz del mundo, Los estados Unidos y la Comunidad Internacional deben responder a las acciones de Pyongyang”.
Estamos nuevamente amenazados, nosotros como seres humanos, habitantes del planeta poco podemos hacer, pedir a Dios, es lo único que nos queda..Ya tenemos bombas y armas para matar todo organismo viviente en el mundo, donde estaremos en veinte años, que planeta estamos dejando para nuestros hijos y los hijos de ellos. Hasta cuándo vamos a seguir con esta habilidad de matarnos entre nosotros, estas ganas de poder insaciable.
A alguien le importa?
Isabel Velasco.
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