Nunca pensé que el peso que me ponían en las espaldas mis padres ese momento era tan pesado! Jamás!! Dejaría mi colegio en La Paz me iba allende los mares a estudiar!
Yo soñaba como una típica adolescente, en ese viaje, la aventura de mi vida! Me sentía tan dichosa...Las amistades y familias..Las chicas y los amigos en La Paz se enteraron y comenzaron las despedidas. La ventura en esa época fue un “happening”, no se hablaba de otra cosa: “las chicas Velasco se van a estudiar a los Estados Unidos”!
Que iba yo a pensar que me estaba embarcando hacia casi cinco años de aislamiento de mi vida, de mi colegio, de mi familia de mis amigos.
En fin, la decisión estaba tomada…dijeron que por “mi bien” y así fue. Tomamos con mi mama y hermana, mas dos chicas que también viajaban bajo el ala de mi madre María Antonieta Pol y Daphne Críales, el primer avión del Lloyd Aéreo Boliviano hacia la ciudad de Arica, desde donde nos íbamos a dirigir al puerto a tomar un barco, en esas épocas todavía no habían vuelos internacionales de jets que cruzaban continentes y llegaban en seis horas a Miami..La cosa era grave y complicada.
Para comenzar el viaje “soñado” en avión fue un desastre! El avión más que subía y que bajaba en el aire, produciendo en todos los pasajeros, una indisposición de Padre y Señor Mío! Y todos llegamos hechos pabilo de velas, pálidos y contrahechos a la ciudad de Arica… calamitosamente, con los ojos rojos, y jurando no volver a subir a un avión! Una góndola nos llevo hasta el muelle para abordar un barco de la línea italiana de transportes marítimos tan acreditada en esas épocas. Ahí estaba en el mar... inmenso, lo vimos y se nos hizo un nudo en la garganta, se llamaba “Donizetti”.
En el puerto de Arica no habían construido un puerto, todavía...así que la proeza de subir al barco no se la deseo a nadie. Nos llevaron en una lancha, hasta las gradas del mismo, que ni siquiera eran fijas sino una especia de gradas amarradas de unas sogas y obviamente subir hasta ellas no era nada fácil, pero dado a nuestra juventud lo hicimos, el problema fue cuando tuvieron que subir a mi mamá.
La señora Marilú Caballero de Velasco era una sibarita excelente, cocinaba los más ricos “Picantes Surtidos” de La Paz, su “Fricase” era digno de los dioses” su “Puchero de Carnaval” y su “Picana de Navidad” guardaban los secretos de las mas deliciosas recetas pasadas de mano de las abuelas y tías solteronas a la primera casada de la familia, gustosa como ella misma, no había quien la compare con nadie cuando se ponía su mandil y comenzaba a cocinar, su especialidad el “Bacalao a la Vizcaína” para Semana Santa…era un placer verla comer, gustosa como ella sola, atenta, cocinaba para todos y por todo, bailaba y corría a ver la olla, en la “primerita” luego el “zapateado” y a la cocina, así era ella, todo el amor que tenía ese hermosa dama lo demostraba en su arte culinario.
Por lo tanto, gordita, buenamoza, llenita, como decían las abuelas “linda! chaposita, bien tratada por su marido!..feliz!... subirla al barco ...Una misión imposible un problema universal!
Los marineros italianos tan lindos, tuvieron que improvisar una red en forma de canasta o nido, metieron a la Doñita ahí dentro y la jalaron hacia arriba. Ni me acuerdo ya muchos de los pormenores, gritos, espantos que vivimos en ese momento..Si parecieron horas, o minutos, la cosa es que Marilú estaba lista para el viaje y era la más dichosa y entusiasta! La única que no lloraba…había perdido sus zapatos en la “maniobra” pero los galantes italianos, solucionaron el desastre con una bandeja de “minestrones” y un vaso de vino italiano; nosotros en el enorme navío, muertas de miedo llorando no sabíamos a dónde íbamos, el futuro era incierto.
Esos tiempos, no eran de “charlas familiares” conversaciones con los hijos, nada, lo que querían los padres se hacía a pie puntilla y ni quien proteste..Los que no querían a llorar a sus camas...y en silencio.
Después de estar casi quince días entre mar y cielo con varios puertos de la costa del Pacifico de parada. Ya más valientes las bolivianas, llegamos a Panamá, cruzamos el Canal, no creo que en esa primera vez, me di cuenta de la magnitud de la maravilla, estaba pensando seguramente en el color de mi “primer lápiz labial”. Luego ahí sí! Tomamos un “jet” que nos trajo a los Estados Unidos.
Otra Odisea en Miami, estábamos tan abrigadas con nuestras alpacas, chuspas y demás parafernalia que todos los bolivianos acarreamos por el mundo, y pues el calor nos hizo sucumbir. Así lentamente fuimos tirando las chompas, todo lo demás y nos sumergimos en Burdine’s saliendo de allí con un atuendo tan desastroso, que cuando miro las fotos quiero llorar.
No había trenes hasta West Virginia, por lo tanto tomamos el famoso “Greyhound”. Miami era una ciudad muerta, ahí solo se celebraban los famosos concursos de Miss Universo y punto.
Llegamos a Washington D.C. donde nos esperaba un gran amigo de mi padre el Gral. Gustavo Larrea, Agregado Militar de la Embajada de Bolivia en esa. El nos llevo hasta el Mount de Chantal Visitation Academy, un hermoso colegio francés de película, internado de monjas católicas, donde comenzamos nuestra vida de estudiantes.
En medio de los Montes Apalaches hablando solo en ingles y francés, el español a las valijas y a comenzar la nueva vida. Cuando me acuerdo quiero gritar…”Como es posible papa, tantos años alejada de mi patria! No lo puedo creer” en la época en que se forjan sueños, se cultivan amistades, se estudia historia de Bolivia, Civismo, era algo difícil de creer. Probablemente lo hicieron bien o no se...que pensar a estas alturas de mi vida.
Seis años, cartas van, cartas vienen, no existía el Internet, menos el Facebook, las cartas llegaban cada quince días, si llamábamos a Bolivia tenía que ser solamente en caso de guerra mundial. Antes de llamar teníamos que hacer un pedido a Cable West Coast para que indiquen que “llegaría una llamada” y cosas de la época de las cavernas que no me quiero acordar. Justo en estos momentos que apasionadamente escribo estas líneas.
Para mi graduación, ya que había descollado en la materia de Historia Francesa, mis papas decidieron regalarme “el sueño de mi vida” por lo tanto viajamos, otra vez, toda la familia a Paris, nuevamente vía marítima, puesto que ese año hacia su crucero inaugural el famoso Barco “La France” el mismo que fue uno de los primeros cruceros de lujo a mediados de los años sesenta. Cinco días desde Nueva York hasta Le Havre en Francia. Tratados con guante blanco.
Ya acostumbrada a mi destino de pájaro sin nido, la pase muy bien, fueron unos meses increíblemente bellos junto a mi madre, la más entusiasta viajera que conocí en mi vida.
No se le escapaba un detalle, buscaba mapas, guías, tours, de todo, ella se las sabia, inclusive la hora de la primera misa en Notre Dame.
Este viaje espectacular tuvo su fin, paseamos por toda Europa, incluidos los lugares santos especialmente La Basílica de Fátima, la Gruta de la Virgen de Lourdes, San Francisco de Asís. Era más que todo el deseo de mi madre el que se estaba llevando a cabo, pero nosotros señoritas, de esas épocas de oro, ni chistar!
Por fin llego el día del retorno a “nuestra casa” en La Paz, Bolivia. ¡En Barco! Otra vez veintitrés días, mar y cielo, esta vez tomamos el hermoso “Marco Polo” y con tres chicos cochalas, tradicionalmente los viajeros incesantes de la tierra.
Puesto que mi madre linda tenía una dolencia extraña al corazón, no podíamos llegar a la “altura” rápidamente, teníamos que hacerlo en escalas, entonces el “Marco Polo” llego a destino en Montevideo y desde allí tomamos el tren hacia Buenos Aires…a estas alturas ya estábamos tan agotadas, ya ni ganas de cantar “naranjita pinta pintita” el himno nacional de los estudiantes bolivianos en el mundo.
Después de una estadía de dos semanas en Buenos Aires, iniciamos nuestro viaje por tren desde la Estación Central de Retiro, en “camarotes”. Por fin llegaríamos a Bolivia! Muy entusiasmados, pletóricos de entusiasmo, en el trayecto conocimos a unos chicos cambas, alegres, otros potosinos y comenzamos en el tren un viaje de fantasía por el Norte Argentino, pasamos horas de horas mirando las bellas pampas, en las noches taciturnas con el sonido característico del tren, hicimos amistad con más jóvenes bolivianos, argentinos, sudamericanos y al son de bombos y guitarras comenzó nuestro idilio con las zambas y las chacareras argentinas, tan en moda en esas épocas, especialmente acompañadas con la voz tremenda de los cantantes de protesta, entre los cuales se encontraba la “Negra” amada..Nuestra Mercedes de América.
Subimos por Rosario, Córdoba, disfrutamos y nos enamoramos de los famosos “alfajores cordobeses” de cualquier asiento o alforja salía a relucir un vino, medias chispeadas, entusiastas, obsesionadas de los sueños del retorno a “casa” a la patria amada, pasaron los días que yo los llegue a llamar “Los Días de Vino y Rosas”
Eventualmente la pampa nos desgasto, ya los cantos eran lentos, siete días, cansados de sol y tierra, roca y caliche...Ese viaje era el más largo de mi vida….no tenia fin…desesperanzados y tristes no había canto que viniera a los labios.
Eran las cuatro de la tarde de un martes brillante, yo estaba ya cansada del ruido del tren, descorazonada mirando el desierto agotador, eterno ...Una que otra casa en la distancia, era un suplicio que no tenia final...Una alpaca por aquí otra mas allá.
De pronto dormitando apoyada en la ventana del tren en el cielo celeste infinito… la vi, la divise, era mi hermosa bandera rojo amarillo y verde, la tricolor flameando al viento, orgullosa, intocable, era un sueño..Comencé a gritar con todas las fuerzas de mi corazón.
BOLIVIA!!!…BOLIVIA!!! Estamos en Bolivia. Todos sacaron sus cabezas, abrieron ventanas, era una fiesta! uno de los chicos agarro una guitarra todos llenos de alegría comenzamos a cantar “naranjita pinta pintita” estábamos en nuestra patria Bolivia…habíamos llegado a casa!! A nuestra casa! Nuestra patria!
1 de diciembre de 2009
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Una historia llena de recuerdos inborrables, desde partir de la Patria para conocer el mundo, las experiencias de tierras lejana e inolvidables y el reencuentro con las raices, ver la bandera Boliviana y se entra el alma al cuerpo, el alma viajera que sueña con su cuna.....
ResponderEliminarPienso que una bandera no sólo representa mis recuerdos, sino el símbolo de la historia que me toco vivir y sobre todo el emblema de mi dignidad y cultura en cualquier lugar del mundo.
ResponderEliminarQué belleza de relato, Isabel.
ResponderEliminarLa vida se hace de estas cosas, y se va haciendo rica día a día, Asi veo tu vida: rica... Hermosa.
Como siempre, a sido todo un placer para mi leerte.