5 de marzo de 2009

LA PLAZA DE MI PUEBLO VIEJO

Plaza Murillo, La Paz - Bolivia

Desde la distancia, sumergidos en la vorágine de las ciudades de pavimento, de grandes edificios, de carreteras sin veredas, largas, interminables, con nuestras penas, alegrías, paseos, nostalgias, celebraciones y recuerdos...siempre esta con nosotros la imagen de “la plaza” del pueblo donde nacimos, la ciudad donde crecimos.

Hay una canción peruana que es muy conocida y la cual en sus versos dice:
“Del puente a la Alameda, menudo pie la lleva, por la vereda que se estremece, al ritmo de sus caderas”

Y como no, las plazas, las alamedas de las ciudades de nuestra juventud y recuerdos, siempre han de ser los lugares que más extrañamos en el extranjero, por donde han caminado nuestros amores, allí quedaron los recuerdos de la juventud, allí dejamos nuestra alma en una noche de luna, allí recibimos una margarita, un piropo.

Dice la historia que fue el Rey Felipe II de España, la “madre patria” quien en el siglo XVI dicto la ley que dice:
“en todos los pueblos conquistados, la casa matriz en la cual vivirá el gobernador designado por mi comando junto a los regidores, deberá estar construida frente a una plaza”.

Son las plazas de las diferentes ciudades de nuestros queridos países, los lugares mas hermosos, espacios gratos, en los cuales las personas, ya sean pobladores, forasteros, turistas, grupos juveniles, señoras y señores de todos los estratos sociales acuden en busca de sano esparcimiento. Generalmente se hallan diseñadas en el centro del pueblo, ciudad o capital.

Frondosos árboles, eucaliptos, álamos, coposos sauces llorones de enormes ramas, palmeras y tajibos, retamas y arrayanes, adornan estos paseos donde usualmente en el centro se encuentra el monumento del héroe nacional, rodeado de fuentes de berenguela artísticamente tallada.
Estas decoraciones son eternas memorias de los personajes que por ahí han pasado dejando a su paso sus problemas, sueños amores y delirios.

Las aguas que brotan de labios de los cupidos, sirenas, dragones, peces y otros ornamentos de esos remansos en eternas gotas de lágrimas, están allí por siempre, unas más preciosas que otras.

Los jardines y paseos, alegremente, rodeados de florecillas coloridas, varían según la región. En muchas plazas de las principales capitales de Sudamérica “vergel natural del mundo” las rosas, girasoles, tulipanes, pensamientos, nomeolvides, alcatraces y tulipanes entre miles, cada cual mas hermosas que las otras, hacen una mezcla artística de indescriptible belleza.

Los bancos que rodean la “plaza” son cómodos asientos de fierro forjado y es una costumbre muy arraigada ver a personas mayores siempre en el mismo banco y a la misma hora. La presencia obligatoria y acostumbrada de estos veteranos, es eterna. Ellos son personajes que no han olvidado sus aventuras y ya con varias décadas encima, cuentan sus épicas historias comentando entre ellos de “aquellos tiempos idos y no volvidos”. Ellos son seres que en sus espaldas cargan sendas valijas de recuerdos y memorias que ni la vejez absoluta ha podido remover de las añoranzas de aquellas epopeyas hechas suyas ya sea por la imaginación o la vivencia.

Para los jóvenes estudiantes, es la “plaza” el lugar favorito de encuentro y de tranquilidad en las madrugadas donde lejos del bullicio de las casas, vecindades y conventillos encuentran en la naturaleza la paz especialmente en épocas de exámenes. Por las tardes y entrada la noche, la “plaza” es el escondite de los enamorados, el encuentro furtivo con aquel o aquella señorita. La presentación, el saludo, los piropos. Es el recuerdo de un primer beso de amor, una pelea o una reconciliación.

Frente a todas las plazas se encuentra la Catedral o Iglesia del “santo patrono del pueblo” generalmente durante la colonia y los años republicanos, las plazas fueron el punto de encuentro” el “rendezvous” de los altos miembros de la sociedad, la elite acudía allí vestida a la ultima moda, especialmente las señoritas quienes buscaban el encamotamiento de los cadetes militares en esos tiempos de antaño por supuesto, épocas en las cuales se lucían con sus uniformes de gala, igualmente los civiles de tarro y sombrero a la moda. Ahora no, ni pensarlo!
Es triste, pero en nuestros “días” lamentablemente se fueron las costumbres de antes, pero a lo hecho pecho, que vamos a hacer!
Los sombreros elegantes fueron sustituidos por gorras, sombreros de toda índole y color, las galas de nuestros abuelos y padres... inclusive siguieron hasta los mediados de los 60 y 70...más o menos. Después de eso los jeans substituyeron la elegancia de los jóvenes quienes piensan que andar rotozos, mostrando la piel y con huecos en los pantalones zaparrastrosos están a la ultima moda!

Fue la plaza también el centro de los políticos y hombres de leyes, idealistas que azuzaron a las multitudes a una convocatoria electoral, una revolución, un alzamiento o una guerra, inclusive.

Este lugar ha resistido todo, siempre se mantiene desde el día de su inauguración eterna igualita, es y será el solaz de los pequeños de toda época, quienes fueron acompañados de sus madres y padres, jugaron y crecieron a su alrededor. Al paso de los años esos mismos niños cuando son abuelos llevan a sus nietos a los lugares donde solieron pasear y del cual tienen los más gratos recuerdos.
Que recuerdos inolvidables de los conciertos dominicales, las retretas, las bandas militares, las concentraciones estudiantiles, los desfiles, las protestas.

Es bien sabido también durante nuestra historia que las plazas han sido los lugares favoritos para las “ejecuciones”, ahorcamientos, linchamientos, represalias, revoluciones, matanzas. Que no paso en la “plaza” difícil imaginar!

En todas las plazas de nuestras añoranzas no faltan las palomas, miles, millones así como también los vendedores de maíz y granos para su alimentación. Es una dicha caminar por este lugar sin la presencia de estas tiernas aves que no tienen miedo, conviven en sociedad. Escuchan cautelosas la charla de los ancianos, juegan con los niños y allí están...rodeadas de música, serenatas, marchas, bocinas estridentes, gritos, pitos, vendedores de todo y en “medio de todos” gente que viene y que va. Oficinistas que han terminado su almuerzo, madres de familia correteando detrás de sus hijos, viejitas, campesinas con atados en la espalda, estudiantes en los asientos, enamorados, bailarines, equilibristas, personajes de circo que botan llamas por sus bocas, varitas de transito, vendedores de recuerdos, kioscos, loterías, suerteros, videntes de la buena o mala suerte, sandwicheras, campanas de iglesia...que babilonia, que desastre universal, pero.... que delicia!


Isabel Velasco

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3 comentarios:

  1. Que descripción tan poética has dado de nuestras bellas plazas en latinoamerica.

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  2. Al igual que en muchos miles de Bolivianos tristes ,la fustracion es latente en mi.vivo hace mucho en el exterior gracias a todos esos senores que se llaman o se hacen llamar padres de la patria los politicos de turno,que jugando a los ali baba y los 2000000000 ladrones no permiten que tanta juventud disfrute de todas las bellesas de las que hace mension y los que no tuvieron la suerte de salir a tiempo fueron obligados a convertirse en desocupados,politicos o delincuentes,aunque las tres cosas en en esos senores es como la trinidad tres en uno.por esta razon muchos prefieren ser huerfanos de padre

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  3. Es, sin lugar a dudas, expresiones sinceras, abiertas y de mucho cariño las que viertes en el artículo, Isabel.

    Es ahí donde se conoce a las personas, es ahí donde se conoce el corazón , es ahí donde se conoce los sentimientos. Quiero decir, en el cariño que expresas en lo que escribes.

    Que llegue el más sincero de mis saludos y más grata amistad.

    Con todo cariño,
    El Comunicador

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