8 de febrero de 2012

LA LOCA ENTRADA DEL CARNAVAL DE 1909






El 1909 Año del Centenario de la revolución del 16 de Julio, fue un tiempo de plenas sorpresas para los paceños, quienes festejaron entre otros acontecimientos conmemorativos de la magna fecha juliana: La Exposición Nacional del Centenario en los campos de Sopocachi, el estreno de los tranvías y la inauguración del Monumento a Murillo.

Desde principios de ese año la Municipalidad se preocupó de animar y dar el mayor realce a todas las festividades para así honrar dignamente tan gloriosa centuria, empezando por la Fiesta de Alasita en la Plaza Murillo y programando en carnavales grandes Corsos de Flores en el Prado, verbenas populares en las plazas y avenidas y preparando las fiestas más entusiastas especialmente para el día de la Gran Entrada de Carnaval. Para el efecto se cursó invitación a todas las comparsas y pueblo en general para concurrir y tomar parte activa en el juego y el jolgorio de esa tradicional fiesta la cual sin duda tenía que ser una de los más alborozadas y alegres del Carnaval paceño en la historia.

Eran las dos de la tarde del memorable domingo del 25 de febrero de 1909 y en el Choro de Coskhochaca, hoy Plaza Vicenta Eguino, se reunieron los pepinos, mascaritas, carros alegóricos y comparsas, formando filas de acuerdo con el rol municipal para dar comienzo a la “Entrada del Carnaval”.

A las tres de la tarde de improviso en medio de la expectativa general y el bullicio de la fiesta, alguien súbitamente dio la voz de asombro, se había avisado que por la Ceja del Alto descendía en convoy el ferrocarril arrastrado por la locomotora la cual jadeante y dando resoplidos a pulmón lleno lanzaba bocanadas de humo luciendo en su delantera grandes banderas tricolores y atronando el aire con los silbidos alegres y estridentes de su piteo. Se escuchaba también el animado toque de la campana, toda la maquina se hallaba adornada con guirnaldas, lazos de amor y serpentinas a todo color y bajaba a la ciudad por la abrupta gradiente.

Nadie podía ese momento dar crédito a lo que miraban, azorados los chiquillos, la gente desde las calles, tejados, azoteas y ventanas, ¡toda la población miraba la cuesta de El Alto! muchos con catalejos y larga vistas un espectáculo que por primera vez se presentaba a los ojos de los paceños, quienes boquiabiertos e incrédulos miraban la bajada de una locomotora arrastrando el convoy de sus coches con pasajeros y carga.

Pasaron unos momentos de silencio y estupefacción y todos reaccionaron en loco entusiasmo y en sus imaginaciones se extendió la idea de trasladarse a la Estación de Challapampa a ver la llegada de la locomotora y congratular al héroe de tan tremenda hazaña.

Antes de seguir escribiendo este relato, debo advertir al lector que esa era la primera vez que una maquina locomotora del ferrocarril con su tren de carros de primera, segunda y bodegas entraba a la ciudad por esa cuesta abrupta.

Hasta entonces el tren de la Peruvian Railway arrastrado por la locomotora solo llegaba hasta la Ceja del Alto y de allí bajaba a la ciudad donde se hacia el trasbordo utilizando carros a electricidad, más propiamente los tranvías. Los técnicos ingleses de esa empresa calificaban entonces de peligroso el descenso de las locomotoras, teniendo en cuenta las curvas cerradas, el peso excesivo y la gradiente del trayecto hasta la hoyada de la ciudad.

Fue ese domingo de Carnaval que Benigno Begazo “el intrépido y audaz maquinista” acompañado del fogonero Jacinto Lazo, festejando el carnaval entre el trayecto de Guaqui-Alto le habían aplicado algunos copetines demás, en homenaje al dios Momo y ambos al llegar a la estación de El Alto se hallaban bastante alumbraditos y chupaditos con muchas ganas de carnavalear. Fue así que nuestros personajes Begazo y Lazo se volvieron héroes y pasaron a ser los superhombres protagonistas que hicieron factible el descenso de una locomotora con su convoy hasta la ciudad.

Benigno Begazo sin pedir permiso a nadie completamente alucinado con su pisquito, enfilo la locomotora directamente sin parar, siguiendo los rieles de bajada y paso rozando las narices del Jefe de Estación de El Alto, quien atónito, con los ojos saltados y la boca abierta miraba sin saber qué hacer ante esas barbaridad, la locomotora “Illampu” que así se llamaba, arrastrando su convoy bajo en veinte minutos a la ciudad ante el nerviosismo de todo el vecindario el cual pensó que esa proeza podría finalizar en una catástrofe.

Los gringos de la Peruvian asustados y pálidos de terror como estaban ante esa terrible aventura no atinaban a nada, echando fuego por los ojos y berreando como chivos pedían a voz en cuello las más severas sanciones y castigos y hasta la cárcel para Begazo y su fogonero Lazo.

La “Illampu” con su convoy de pasajeros y carga entro airosa y jadeante a la Estación de Challapampa donde actualmente está la Escuela de Cadetes de la Fuerza Naval, dando resoplidos de satisfacción y felicidad al toque alegre de pitazos y el tañer de la campanita en medio de una entusiasta recepción de ovaciones y algazara carnavalera de las comparsas, las cuales festejaron la llegada con bailes y hurras en medio de serpentinas y mixturas con las que engalanaron a la locomotor.

Los pepinos llenos de contento asaltaron a Begazo y a su fogonero, conduciéndolos en hombros hasta la Avenida América y allí se inició la “Entrada de Carnaval” encabezada por ellos y miles de pepinos haciendo viboritas al son de alegres huaynitos y carnavalitos amenizados por las bandas, ellos recibieron el aplauso y las felicitaciones desde las aceras y los balcones llenos de chiquillas alegres y bonitas que hicieron llover mixtura y serpentina al paso de esos “intrépidos y disparatados maquinistas”.

Paso la entrada recorriendo las calles Evaristo Valle, Plaza Pérez Velasco, Comercio y Plaza Murillo hasta llegar a la Alameda donde se siguió bailando hasta el amanecer.
Es para contar y divulgar este lindo pasaje paceño de ese Carnaval del Centenario Juliano que los historiadores y tradicionalistas no lo conocen ni lo han contado.
Como en esos días no circulo la prensa, porque era feriado, aparecieron boletines especiales del periódico “El Comercio” el cual en sus titulares dice:


ACONTECIMIENTO EXTRAORDINARIO:

¡UN PROBLEMA IMPORTANTE RESUELTO!

EL FERROCARRIL PUEDE ENTRAR A LA PAZ CON SU CONVOY,

¡¡GRANDES MANIFESTACIONES!! EL HABIL E INTREPIDO BEGAZO ENTRO EL DOMINGO TRIUNFALMENTE EN LA LOCOMOTORA, EL ENTUSIASMO DEL PUEBLO QUE PRESENCIO ESTE ACONTECIMIENTO HA SIDO INDESCRIPTIBLE Y PRORRUMPIO EN HURRAS Y VITORES AL HABILISIMO BEGAZO.

¡HURRA HURRA AL INTELIGENTE MAQUINISTA!

Asimismo circulo también el boletín del periódico “El Trabajo” con titulares:

¡LA ILLAMPU EN LA ESTACIÓN!

“A LA VEZ QUE LAS COMPARSAS EMPEZABAN SU ENTRADA POR LA AVENIDA AMERICA, TAMBIEN LA LOCOMOTORA ILLAMPU LO HACIA MUY GARBOSAMENTE CON LA BANDERA BOLIVIANA IZADA Y CON LA ADMIRACION DEL PUEBLO HACIA LA ESTACION DE CHALLAPAMPA, SIN LA MENOR NOVEDAD Y SIN LOS PELIGROS QUE LOS GRINGOS MALICIOSAMENTE NOS HAN ENGANADO PARA ASEGURARSE DE SUS INTERESES MALHABIDOS”

Seguramente muchos dudaran de este relato pero están los boletines de la prensa de esas épocas y como realzaron este acontecimiento para seguir comentándolo después en polémicas de la Peruvian con el pueblo.

Esa fue la inolvidable entrada del loco y alegre Carnaval de 1909. En ese año del Centenario de la Revolución del 16 de Julio.

¡VIVA EL CARNAVAL PACEÑO!

Isabel Velasco.

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1 comentario:

  1. Isabelita querida... En realidad sos el angel que cuida de las tradiciones de nuestro pueblo! Como siempre es un placer y deleite leerte.

    Norma Rubin

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